07.ABR.19 | Posta Porteña 2007

A 100 AÑOS DE LA CONTRARREVOLUCIÓN RUSA (22)

Por ColectivoFanniKaplan

 

ÁNGEL PESTAÑA “70 días en Rusia, lo que yo vi”

 

Tal vez lo más destacables de la visita, al viejo mercado moscovita de la Sujarefka, es que el mismo constituye un reflejo práctico de la contradicción entre el poder central del capital y el Estado bolchevique por un lado, y lo que quedaba de fracciones comerciales del capital (medio y chico) que persistían de la época zarista y que, a pesar de la brutal represión bolchevique, continuaban su comercio basado, en la siempre imperiosas necesidades del mundo proletario, de procurarse objetos de primera necesidad

.El hambre y la necesidad de los proletarios de toda Rusia seguían pesando contra el terrorismo de Estado lenino/trotskista que hubiese querido erradicar todas esas autonomías comerciales y pequeño burguesas, en nombre del proyecto central del capital mundial de hacer de Rusia un gran campo de concentración industrial al que apostaban bolcheviques y banqueros de Wall Street. O dicho de otra forma, el brutal antagonismo de clase entre la represión Estatal y las necesidades proletarias, permitían la persistencia de sectores intermediarios del capital y por lo tanto del pequeño comercio independiente no había sido exterminado como el leninismo quería. A pesar de los fusilamientos, los campos de concentración y las torturas, el pequeño comercio seguía subsistiendo… 

También ahí, se expresaban las contradicciones brutales de la contrarrevolución leninista. El terrorismo capitalista de Estado seguía siendo resistido por las necesidades vitales del ser humano, permitiendo la subsistencia

Colectivo Fanni Kaplan

 

Otras visitas: Sujarefka

 

El deseo de acoplar la mayor cantidad de informes que nos permitieran formar un juicio lo más justo posible de la verdadera situación de Rusia, nos impulsaba constantemente, activamente, a visitar aquellos lugares en los que podía lograrse esa finalidad. Una persona muy querida, a la que debemos reconocimiento por sus preciosos informes y que más de una vez nos acompañó? en nuestras visitas, nos habló de la Sujarefka.

Algunos días después hicimos la visita. Como no habíamos de inquirir, ni preguntar nada, sino ver; como eran los ojos los que habían de informar, preferimos ir solos para no perder detalle. La Sujarefka de Moscú, es una especie de Avenida, sin arbolado, y muy ancha. Ya en tiempos del zarismo, se celebraba en la Sujarefka, diariamente, un mercado como el de los Encantes de Barcelona o Rastro de Madrid. Era el mercado de lo viejo y de lo pintoresco. Dado el carácter de este mercado, los bolcheviques lo respetaron, y ninguna providencia adoptó contra él. 

Perseguido el Comercio en grande y en pequeño; cerradas las tiendas y castigadas con penas severísimas cuantas personas se dedicaran a transacciones comerciales, sólo quedó un sitio donde todo negocio era, sino lícito, tolerado: la Sujarefka. La importancia que adquirió? este mercado, fue considerable. La transformación fue rápida, y las prendas y objetos que allí? se pignoraban, no tenían punto de comparación con otros tiempos. Al lado del par de zapatos usados se exhibía el diamante o la perla valorados en millones de rublos, valor multiplicado. El mismo que os ofrecía un pantalón roto por las rodillas, ponía a vuestra disposición un gabán de pieles por el que os pedía cantidades fabulosas. 

En el montón de suelas viejas, de zapatos usados, podríais admirar unos elegantes chapines Luis XV. Allí? se vendía y compraba de todo. Tan numerosos eran los que iban a vender, como los que iban a comprar. Puestos de mercería, de utensilios para cocina y de comidas, donde por unos centenares de rublos os proporcionaban una tajada de carne, o un trozo de pescado y una rebanada de pan, Y las peticiones eran numerosas. Apenas se podía dar abasto. También vendían leche, a 75 rublos el vaso. El precio variaba según la cantidad. Se vendía carne fresca y carne podrida. El pasar cerca de algún individuo de los que vendían carne, era a veces un verdadero tormento. Pan blanco y pan negro. Manzanas, peras; legumbres de todas clases; esencias y jabones más o menos odorantes. En fin, se vendía de todo y se comerciaba con todo. 

Las violencias y brutalidades de la Cheka, nada podían contra la imperiosa necesidad de vivir. Las irrupciones que la odiosa policía hacía en el mercado, eran muy frecuentes, aunque la causa de ellas fuera más por quedarse con el producto de lo elegido sin pagar, que por hacer respetar las disposiciones oficiales. Al día siguiente, y muchas veces horas después, el mercado de la Sujarefka, reanudaba sus transacciones como si nada hubiera sucedido. Y no se crea que la circulación fuera fácil. Por momentos, y en algunos sitios, se hacía dificilísima. El número de concurrentes se contaba por miles. 

La vista de algunos de los objetos expuestos a la venta, nos hacía recordar la incapacidad oficial y gubernativa, con su centralización y sus confiscaciones. Así?, por ejemplo, en una visita que días antes habíamos hecho a la Maternidad, oímos cómo la directora y mujeres encargadas de los niños, se quejaban de la falta de biberones para darles la leche, mientras que allí?, en el mercado de la Sujarefka, vimos los biberones a montones. Agujas, alfileres, hilo y botones, raramente distribuía el Gobierno, pues no tenía; sin embargo, en la Sujarefka abundaban. Y así? todo. 

Las disposiciones oficiales contra el comercio, podían ser duras y crueles; pero más dura y cruel era la necesidad de vivir. Allí? quedaba bien demostrado. 

Alguna vez, los detenidos por la Cheka, en la Sujarefka, fueron fusilados por especuladores. Había para suponer que estos fusilamientos sembrarían el terror y el pánico y que se interrumpiría aquel mercado extraoficial. Nada de eso. Los acuciados por el hambre o por el lucro, volvían a su puesto. Suponían que les podría pasar lo que al compañero fusilado; pero el hambre, terrible, negra, amenazadora, los lanzaba nuevamente al mercado. Para vivir, había que hacer aquello; y se hacía por encima de la Cheka y de los fusilamientos. 

Ángel Pestaña


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