26.SEP.21 | PostaPorteña 2234

CABEZA DE TURCO (23, 24 y 25)

Por AMODIO

 

Cabeza de turco 23

 

En julio de 1971, pocos días antes de la operación Estrella, se produjo la detención, junto a otros compañeros, de Wassen y Blanco Katras. Miembro del Ejecutivo el primero y del comando de la columna 15 el segundo. Ambos habían compartido conmigo muchas horas de militancia y decidimos que debían ser situados en la celda conmigo, para que yo pudiera explicarles las posibilidades de concreción del Abuso. No, de eso se encargó Zabalza, que consiguió que Astarita y Cascioli, mis compañeros hasta ese día, fueran destinados a otras celdas.

No, no fue fácil convencerlos, pero lo conseguí. No fue un trabajo que hice yo solo, porque algunos aspectos eran de otros compañeros que los conocían mejor que yo, pero sí me encargué de que todas sus dudas quedaran despejadas. Claro, contar con su aprobación era fundamental para que el resto del Ejecutivo se volcara en nuestra fuga.

Pero la ocupación de Wassen tuvo otros aspectos en los que no intervine, como fueron las discusiones que mantuvo con los compañeros de las columnas del interior, fundamentalmente con los que propiciaban el Tatú y el Segundo Frente. Pero en la celda hablamos de muchas cosas, sobre todo de lo nefasto que había sido el Plan Cacao, enviado desde Punta Carretas tras la caída de Almería y el desconcierto surgido entre la mayoría de los compañeros por el apoyo al Frente Amplio, desde cuyas tiendas lo único que se recibían eran críticas.

Sí, ya vez, esa fue otra contradicción, aunque matizada por las necesidades del momento. Creíamos que el Frente tendría una mejor votación y Wilson sería el triunfador y creímos, junto a otros, que el golpe militar sería inevitable. Todo acompañado de los rumores sobre la intervención brasilera… dos hechos que ansiabamos se produjeran para tener así nuestros planteos plena validez y… tenés razón, si tenían validez serían apoyados por amplios sectores de la población. Fue por eso que aceptamos participar en las reuniones que se llamaron del contragolpe, junto al Partido Comunista y a los militares de la 1815.

Nada de lo que esperábamos pasó. Luego de la dictadura nos enteramos que Fernández Huidobro dijo que en esos momentos se dio cuenta de que el MLN no contaba con los medios necesarios para cumplir la parte que tenía asignada: cerrar los accesos a Montevideo por la ruta 8 y ponía como ejemplo al grupo que él mismo integraba.

¿Te das cuenta? En noviembre dice que no se tienen ni armas, ni hombres ni explosivos para enfrentar a los camiones que acceden a Montevideo por una carretera y al mes siguiente, sin que nada hubiera cambiado, está impulsando la instalación del segundo frente… un disparate.

Otro punto que hablamos fue qué pasaría con los viejos dirigentes si la fuga era exitosa, qué lugar podrían ocupar aquellos que llevaban años en prisión y que su trabajo había sido totalmente al contrario del adoptado en los últimos tiempos.

Fue cuando me dijo que en algún momento, presionados por las iniciativas que desde Punta Carretas les llegaban, en el Ejecutivo habían pensado en renunciar y dejar la conducción a “las vacas sagradas” y que quizás, tras la fuga habría que considerar esa posibilidad. Le expliqué mi punto de vista, totalmente contrario pero decidimos que mejor sería esperar los resultados de la fuga y luego lo hablaríamos

Mientras, los compañeros excavadores seguían avanzando y superando las dificultades que fueron apareciendo. Yo mantenía las conexiones con el exterior y a medida que nosotros avanzamos con el túnel el día tan ansiado se acercaba al mismo ritmo. Por fin, ya ajustados todos los detalles acerca de las señales que desde el exterior nos llegarían y que se recibirán desde la celda de la cuarta planta ocupada por el Tony Palomeque (167), tuvimos la fecha definitiva: el día 5 de septiembre.

Tratamos de comportarnos como si nada estuviera pasando, pero cada uno de los que ocupamos el ala de “los pesados”, los designados para encontrar otra vez la libertad y volver a la militancia sentíamos un nerviosismo que nos era muy difícil de disimular.

Cuando ya estábamos a punto de terminar las horas de patio, uno de los guardias gritó mi nombre desde la reja que nos separaba de la guardia: Amodio Pérez, abogado…!!!! ¿Abogado?, nos dijimos quienes oímos el llamado y que estábamos contando las horas que nos separaban de la calle. Ya no escucharemos más los cantos que nos llegaban desde la iglesia cercana, ni el reloj de la torre ni el timbre que marcaba nuestras vidas.

En la sala de abogados Inés me esperaba con cara demasiado seria: se suspende hoy, me dijo tras el beso de saludo. No necesité pedirle que me explicara el por qué: un compañero que iba a participar ha tenido un accidente y está internado. No sabemos si llevaba algún elemento vinculado a la fuga. Mañana vendré nuevamente y ya sabremos la nueva fecha.

Comuniqué las malas nuevas tratando de mantener la objetividad: nada había fracasado todavía, pero era evidente que con esa posibilidad no habíamos contado. Creo que esa noche ninguno de los implicados pudo dormir y las horas pasaron demasiado lentas, pero pasaron al fin. A eso de las cuatro de la tarde del seis de septiembre la misma Inés casi no necesitó palabras para darme la nueva fecha: su sonrisa lo dijo todo. Hoy, a las 9 de la noche, atención a la señal.

Vuelto al patio la noticia fue circulando de compañero en compañero: HOY. Creo que nunca volvimos a las celdas tan rápido y tan en silencio. Apenas pasada la última guardia procedimos a destapar las conexiones entre celda y celda y nos dispusimos a esperar la señal que llegó, puntualmente, a las nueve de la noche. Nos abrazamos con Wassen y Blanco y me dispuse a iniciar el recorrido entre las celdas para llegar a la boca del túnel y ocupar el puesto asignado: el segundo, detrás de Sendic. Ya los compañeros destinados a dar las últimas cucharadas habían regresado con la noticia de que no habían logrado la conexión con el exterior.

¿Nos habríamos equivocado en la dirección? No teníamos otra solución que seguir excavando y el resto, con las celdas ya vacías y abiertas las conexiones entre una y otra debíamos esperar. Y eso hicimos, durante unas cuatro horas, hasta que nos llegó la orden de avanzar (168)

 

Cabeza de turco 24

 

Finalmente, entre las cucharadas de tierra excavadas y el uso de un estetoscopio que Engler llevaba en su coche se logró la comunicación entre los presos y los compañeros que habían tomado las casas de Solano García y la de Joaquín Núñez 2952. Estas casas se unieron por boquetes en las paredes linderas, previo paso por una casa vecina al 2952 y que estaba desocupada.

Para mí fue muy emocionante la sonrisa que intercambié con Alicia, que lucía una peluca rubia con tonos rojizos y que daba a su piel morena un resalte especial. Ella era la encargada de entregarnos una bolsa pequeña con un arma, algunas municiones y un poco de dinero. No, documentación falsa era imposible, por motivos prácticos. Esa es una leyenda que se difundió sin fundamento, como tantas otras. Sí se pudo hacer para la segunda fuga y no para todos. Solo se hizo para los que el servicio de documentación tenía fotos archivadas.

A mí, a Sendic y a Gabino Falero Montes de Oca nos llevaron hasta la calle Brito del Pino 1284. Era una casa de familia que al frente tenía un local comercial que funcionaba como boutique, atendida por una persona mayor, que creo era la madre de una compañera que vivía ahí con su esposo o compañero…, nunca lo supe, porque estuvimos ahí muy pocos días.

La casa se había achicado, quitándole una habitación que estaba al fondo y a la que se accedía mediante un panel muy disimulado tras una biblioteca. En esa habitación estaban guardadas carpetas del Servicio de Información que estuvimos leyendo mientras esperábamos nuestros traslados. Sí, fue en ese lugar que a Sendic se le escapó un tiro del revólver que se le había asignado. La bala pasó entre Falero y yo y dejó un agujero en la pared.

Al segundo o tercer día Sendic y yo fuimos conducidos por Rosencof hasta una casa en la calle Jaime Cibils, que hasta ahora no pude identificar. Era la casa familiar de los hermanos Teo y Manolo, los Rolando. Allí nos esperaban Wassen y Fernández Huidobro. Entre los cinco discutimos la propuesta que Rosencof planteó, de nombrar un Ejecutivo de cinco miembros a integrar por las cinco “vacas sagradas”: Manera, Marenales, el Ñato, Sendic y yo.

Sí, era la propuesta que Wassen me adelantara en Punta Carretas, pero nacía muerta. Ya Manera y Marenales habían dado su negativa a dirigir una organización que no conocían y preferían integrarse al sector servicios. Yo opiné por el mantenimiento del Ejecutivo tal como estaba integrado hasta ese momento, salvo la reincorporación de Wassen, que apenas había estado detenido dos meses.

Sendic y Fernández Huidobro se manifestaron en términos similares a Manera y Marenales y pidieron ser enviados a grupos de base. Sendic, como era lógico, al interior. Sendic opinó que yo debía volver al Ejecutivo, pero al final se resolvió que era mejor mi integración al Estado Mayor de Montevideo.

Pues sí, de esta reunión se habló mucho, porque algunos entendieron, tras la dictadura, que la Dirección debió volver a los “viejos” y culpó al Ejecutivo post Almería de haberlos desplazado, pero eso es falso.

Esa falsedad se aceptó porque Fernández Huidobro así lo dijo en Memorias de Insurgencia, que habían sido desplazados, pero en el mismo libro, páginas más adelante, reconoce que “se fueron a la base para demostrar que sus planes, que habían sido rechazados, eran correctos”. No lo digo yo, es el mismo Fernández Huidobro que lo dice y cualquiera puede comprobarlo.

De forma paralela, la gente del interior continuó con la tarea de construir “tatuceras” (169), que ya habían sido iniciadas antes del Abuso, contraviniendo las decisiones tomadas por el Ejecutivo. Pasadas las elecciones ya habíamos entrado en una dinámica en la que todo aquél que no apoyara los descabellados planes de Sendic y Fernández Huidobro era considerado un derrotista. Por eso Alicia, Marrero, Wassen y yo seremos los elegidos como elementos a batir por quienes, encabezados por Sendic y Fernández Huidobro, dinamitaron la organización interna, basados en la confianza que a todos nos merecían, aunque discrepáramos en cuanto a sus planteamientos.

El Ejecutivo, en vez de discutir a fondo esos planes, para demostrar que lo de la inacción era consecuencia de la situación política, autorizó a las columnas a autoabastecerse de todo lo necesario para la supervivencia. Así, el sector militar, a falta de objetivos políticos, comprometidos por el “apoyo crítico” al Frente Amplio y a la tregua comprometida con Wilson Ferreira Aldunate, mata el tiempo en acciones para abastecerse de comida, ropa y algo de dinero y algunos de sus integrantes son detenidos.

Dentro del Estado Mayor de Montevideo se me encargó hacerme cargo de la columna 10, la columna que estaba bajo la responsabilidad de Rosencof y en cuyo comando estaban Andrés Mirza, como responsable político, su esposa, Elena Curbelo en el sector Servicios y el Goyo Pérez Lust en el militar.

Solo alcancé a reunirme con Mirza en un par de ocasiones, porque el Ejecutivo, presionado desde la base impulsada por Sendic y Fernández Huidobro decidió llevar adelante algunas de las acciones propuestas por éstos: los ataques a las comisarías. A la columna 10, con la que yo todavía no había tomado contacto y cuyo sector militar tardaba meses en procesar una acción que la 15 despacha en menos de una semana, se le había asignado la seccional 12.

Mis argumentos fueron inútiles. Alicia, el otro miembro del Estado Mayor y Marrero, el miembro del Ejecutivo que funcionaba junto a nosotros, tampoco veían que el momento político validara esas acciones a lo que había que agregar el estado interno del MLN, alterado por la reincorporación de un centenar de fugados. Sí, es el momento en que renuncié al Estado Mayor.

Claro que fue un error. Pero en esos momentos no fuimos conscientes del proceso de división que se había gestado en el Penal y que entonces se trasladó al interior de la organización.

A partir de diciembre de 1971 comienza a hablarse de la posibilidad de una nueva fuga del Penal de Punta Carretas. Muchos de los fugados en el Abuso habían sido nuevamente detenidos, como consecuencia de errores y fallos en las medidas de seguridad y por un accionismo absurdo propiciado por los enfrentamientos entre la Dirección y los grupos del interior, quienes, impulsados por Sendic y Fernández Huidobro criticaban al Ejecutivo, acusándolo de inacción por no apoyar sus planes.

Es en esos momentos que desde Punta Carretas, Efraín Martínez Platero, Zabalza y Mujica (170) piden al Ejecutivo que me nombre responsable de la organización de esa fuga en ciernes. Zabalza también participaba de las críticas al Ejecutivo, mientras que Mujica nadaba entre dos aguas, sin definirse claramente, a la espera de que una cierta mayoría de presos se conformara para unirse a ella.

 

Cabeza de turco 25

 

Habiendo renunciado al Estado Mayor de Montevideo durante unos días estuve dedicado al servicio de documentación y especialmente a mejorar las matrices para la impresión de los billetes de 100 dólares, algunas de las cuales se estaban deterioradas por el uso.

Ya estábamos instalados en el local de Pablo y Sofía, en la calle Juan B. Morelli 3727. En uno de los placares se había construido un berretín subterráneo, no muy amplio pero que permitía la estancia de hasta cuatro personas y ahí tenía mi lugar de trabajo. Alicia estaba instalada en el comedor, en una camilla desmontable. Una mañana llegó Marrero a entrevistarse con ella y me comunicó que el Ejecutivo me había asignado la responsabilidad de organizar una nueva fuga desde el Penal. Creemos que sos el que está en mejores condiciones, me dijo. Pues sí, me gusta la idea, le respondí,y fue cuando me dijo lo de Leoncino.

Según los presos, Leoncino había dejado sin atención médica a un preso común que murió en el Penal. El hospital penitenciario no funcionaba después de las seis de la tarde, y antes de la fuga grande hubo compañeros, como Tetti, Bassini y Becca Tessa que a pedido de la guardia se ocupaban de atender a quienes luego de esas horas necesitaban asistencia médica. Cuando lo de Leoncino ningún preso era médico o estudiante de medicina, y debió llamar a una ambulancia, lo que no hizo.Sí, se negó, expresamente.

Los presos del MLN pidieron la ejecución de Leoncino, a lo que el Ejecutivo estaba dispuesto a dar su conformidad siempre que no afectara a la fuga. Yo conocí a Leoncino y lo vi actuar con suma dureza ante reclamos de los presos y lo vi pasearse arrogante por las planchadas llevando la porra de madera con espíritu amenazante. No, nunca se metió con un tupa, pero con los comunes fue muy duro.

¿Afectarla? Al contrario. Seguramente la favorecerá, le respondí. Sí, yo soy tan responsable como los presos que la pidieron. Se ha dicho que su muerte fue porque era insobornable, lo que no puedo ni asegurar ni desmentir, porque la fuga se haría desde el exterior y por lo tanto no se necesitaba la colaboración de nadie de la guardia interna.

El primer intento de ejecutarlo fracasó. Se envió a un grupo de acción en formación, un GAF, a los que Leoncino sacó corriendo en la puerta de su casa. Para no fracasar otra vez se envió un grupo con experiencia, entre los que estaba Alberto Cía del Campo, al que Leoncino reconoció antes de llegar a la parada del ómnibus en que lo estaban esperando y trató de huir. Ahí le tiraron. Sí, se ha dicho que fue Bonomi, pero fueron varios que le tiraron. Sí, él lo admitió, pero yo no lo puedo asegurar.

Cuando soy detenido en febrero de 1972, todo el trabajo para concretar la fuga recae sobre Alicia, Eraclio Rodríguez y Héctor Clavijo (171), ya que tanto el Ejecutivo como los Comandos Generales de Montevideo y del Interior se enfrascan en una batalla interna por imponer su estrategia. El día anterior se secuestró a Nelson Bardessio (172), señalado por Hevia Cosculluela (173) como miembro del Escuadrón de la Muerte. Esa información la trajo Rosencof desde Cuba y merced a sus declaraciones el MLN realizó los atentados del 14 de abril. Sí, el Plan Hipólito (174)

Esa batalla interna culmina en marzo, cuando la Dirección actuante en esos momentos se entrega en manos de quienes habían conspirado contra ella y que impondrán cambios estratégicos, organizativos y militares que desembocaron en la debacle que tiene como partida el 14 de abril, pero que venía gestándose desde un año antes.

Mi segunda estancia en Punta Carretas apenas duró cuarenta y cinco días. Me detuvo el Departamento 5, de Víctor Castiglioni (175) y mi estancia en Jefatura la alargaron hasta el límite legal antes de llevarme al Juzgado. Incluso se corrió el rumor entre los tiras que mi traslado a Punta Carretas no se iba a producir y que quedaría preso en la Cárcel Central. A mí me entró el cagazo padre, porque la fuga estaba empezada y comerme la cana en Jefatura no me hacía ninguna gracia.

En la casa a la que yo me dirigía cuando la detención, en Emilio Raña (176), se iban a centralizar los trabajos que desde el exterior deberíamos encarar para la fuga. Yo estaba citado ahí con Almiratti (177) y Eraclio, pero ellos no acudieron. Nunca supe por qué. Era la primera vez que íbamos a tratar el tema de la fuga. Si alguno de los dos hubiera estado entre los detenidos la fuga se habría complicado algo. El responsable del local era Manolo (178), hermano de Teo (179), que tenía una farmacia en Brito del Pino y Rivera.

Héctor Amodio Pérez

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167 Carlos Ruben Palomeque DoresConocido como Tony, fue un preso común reclutado por el MLN e integró la fuga conocida como El Abuso. Tras el fin de la dictadura integró los “grupos de trabajo” que recorrieron Europa realizando asaltos con el fin de mantener abierto el horizonte insurreccional. Vuelto a Uruguay, integró alguna de las tupabandas y apareció muerto y descuartizado en el arroyo Canelón Chico. Las investigaciones nunca dieron con los responsables. Solo consta el informe forense que dice que quien realizó el descuartizamiento o era cirujano o carnicero, por la forma en que se produjo el desmembramiento del cuerpo. Otra versión dice que Palomeque Dores se quedó con una partida de dinero destinada a la compra de armas en la Argentina y que fue muerto por sus ex compañeros.

168 El error de cálculo se debió a que quienes hicieron el plano por el que nos guiamos no tuvieron en cuenta que en la entrada de la casa de Solano García 2535, situada frente al Penal habían tres escalones que miden en total unos 80 centímetros. Esos escalones existen al día de hoy y fueron la causa de la tardanza.

169 Se conoció como tatuceras a los refugios subterráneos, construidos en zonas rurales, con el fin de desarrollar el llamado Plan Tatú o del segundo frente y así llevar la lucha armada al interior del Uruguay. Se trató de adaptar las experiencias realizadas en otros países, como Grecia y Viet Nam.

170 José Alberto Mujica Cordano.Nació en Montevideo,  el 20 de mayo de 1935. Realizó sus estudios de primaria y secundaria en Montevideo. Su origen político se sitúa en el partido Nacional, vinculado a Enrique Erro, con el que mantuvo relación personal tras el fracaso de la Unión Popular en las elecciones de 1962. Se vinculó al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, y como tal participa de la formación del Coordinador.  En 1964, participa del intento de asalto a un empleado de la firma Sudamtex, resultando detenido. En el intento lo acompañó David Melián, también integrante del MIR y con quien mantuvo estrecha relación desde su juventud y que consiguió huir. Mujica y Melián abandonan el Coordinador tras la Primera Convención, en enero de 1966. Sin embargo, mantiene el vínculo personal con algunos miembros del Movimiento de Apoyo Campesino residentes en La Teja y con sus compañeros del MIR, con los que realiza algunos robos de flores que luego son comercializados en las ferias, como producidos en la pequeña chacra propiedad de su madre. Ingresa al Movimiento de Liberación Nacional como colaborador junto al ya citado David Melián en 1967, conectando al MLN con algunos elementos vinculados al contrabando. Uno de esos actos como colaborador lo obligaron a pasar a la clandestinidad en enero de 1969. El MLN le ofreció refugio y lo integró en la columna 15. Luego pasará a la columna 10, en la que formará parte de su comando, junto a Mauricio Rosencof y María Elia Topolansky. Es el único cargo de responsabilidad dentro del MLN. Detenido en marzo de 1970 formó parte de los fugados de Punta Carretas el 7 de septiembre de 1971. Nuevamente detenido a finales de ese año, volverá a fugar de Punta Carretas el 12 de abril de 1972, permaneciendo prófugo hasta agosto de 1972, en que es detenido por miembros del cuartel Florida, los que ya mantenían reuniones con presos del MLN para la formación de las comisiones de los ilícitos. Por iniciativa de éstos, Mujica se incorpora a dichas comisiones y participa de las reuniones para convencer a Raúl Sendic de aceptar su detención honrosa. Según Gavazzo, estando Mujica preso en el penal de Libertad, su nombre fue hallado por el Servicio de información de Defensa, SID, entre la documentación incautada a Víctor Semproni y Giocondo Ravagnolo, como uno de los miembros del MLN a rescatar de dicho penal.

Al respecto, dice Marenales en la página 148 del libro que lleva su nombre: Y te voy a contar algo que poco se sabe. Estando ya detenidos en el Penal de Libertad, un equipo de compañeros con mucha instrucción militar, tenía preparada una acción a través de la cual se pensaba rescatar a los integrantes de la dirección histórica del MLN. Nosotros les dijimos que no lo hicieran. Nos iban a rescatar con helicópteros. Una vez que nos fugáramos los viejos, si todo salía bien, al resto de los presos los podían masacrar; era un riesgo muy grande. Les hicimos llegar el mensaje de que no intentaran nada, que dejaran todo quieto. Nosotros aceptábamos correr la misma suerte que el resto de los compañeros.

En esa lista, además de Mujica, figuraban Raúl Sendic, Jorge Manera, Julio Marenales, Jorge Zabalza, Henry Engler, Adolfo Wassen, Eleuterio Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof, los que por razones de seguridad fueron derivados a diferentes unidades militares. Son los conocidos como los rehenes. Tras el fin de la dictadura, Mujica fue liberado y participó del proceso de falsificación de la historia reciente, pasando a ocupar un sitial referente dentro de esa historia. Precisamente Mujica fue elegido porque nadie podía reclamar responsabilidades acerca de la debacle, ya que no había ocupado ningún puesto de Dirección. Sin embargo le cabe la misma responsabilidad que a todos los que acompañaron a Sendic y a Fernández Huidobro en la puesta en práctica de los planes que ellos elaboraron en Punta Carretas. En Comandante Facundo, una biografía novelada de Mujica, se le adjudican estudios, viajes y una serie de entrevistas de las que no se aportan evidencias y que se parecen demasiado a las vividas por otros compañeros, especialmente a los argentinos ex tacuara y que a falta de méritos propios se han adjudicado a Mujica. El mismo Mujica dice en el inicio del libro que “Por el carácter novelado de la obra, hay algunas partes que son imaginación del autor, pero que están en línea con la información que yo podía manejar en aquella época”. Lamentablemente no nos dice a qué partes de la obra se refiere, y tampoco sabemos qué quiere decir con que estaban en línea con la información que manejaba…

171 Héctor Clavijo Quirque. Nació en Minas, departamento de Lavalleja, el 7 de diciembre de 1945 y falleció en Montevideo, el 9 de agosto de 1972.

172 Nelson Bardesio Marzoa. Nació el 7 de julio de 1940. Funcionario policial, fue secuestrado por el Movimiento de Liberación Nacional, MLN, el 22 de febrero de 1972, como integrante del llamado Escuadrón de la Muerte, en base a la información proporcionada por Hevia Cosculluela a Mauricio Rosencof. Sus declaraciones, conocidas como Las actas de Bardesio, fueron la base para los atentados cometidos por el MLN el 14 de abril de 1972.

173 Manuel Hevia Cosculluela. Agente cubano de la CIA y de los servicios de inteligencia de su país, actuó como agente norteamericano en Uruguay entre 1964 y 1970. Fue el encargado de transmitir al Movimiento de Liberación Nacional, MLN, la información necesaria para los secuestros de Dan Anthony Mitrione y Nelson Bardesio. La información sobre Mitrione la canalizó a través del periodista uruguayo Carlos María Gutiérrez, quien la traspasó a Mauricio Rosencof, en ese momento integrante del Ejecutivo del MLN y la de Bardesio de forma directa al mismo Rosencof en enero de 1972. En su libro Pasaporte 11333, publicado en 1977, señala a Mitrione como instructor en torturas, lo que fue utilizado por el MLN para justificar su muerte, producida el 10 de agosto de 1970 sin que esa circunstancia fuera mencionada en el momento de su asesinato.


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