23.OCT.21 | PostaPorteña 2240

Federico Leicht: En pose de guerra

Por Villamayor / Rodríguez

 

Villamayor – Rodríguez /-  a contrapelo - la revista -21 oct 2021

La forma más segura de preparar una cruzada a favor de una buena causa es prometer a la gente que tendrá la posibilidad de maltratar a alguien. Poder destruir con buena conciencia, poder comportarse mal y llamar a su mal comportamiento ‘indignación justa’, esto es el colmo del lujo psicológico, el más delicioso de los placeres morales

Aldous Huxley (probablemente refiriéndose a algunos grupos de izquierda):

 

Vivimos un periodo de debacle social INÉDITO en nuestra historia; una época en la que las tecnologías promueven el aislamiento y los vínculos efímeros; una era en la que las modas culturales idealizan el pobrismo, la enfermedad mental y la violencia moralista; una época proto-totalitaria en la que la casta política –bajo el pretexto de cuidarnos– hace hasta lo imposible por impedir que nos relacionemos de verdad los unos con los otros.

Paradójicamente, hoy, varios de los defensores más acérrimos de este status quo son los mismos que hace unas pocas décadas la iban de rebeldes y anti-sistema; estoy hablando de un sector muy específico y para nada consensuado de intelectuales enanos y cortoplacistas que, cuando más les convino, simularon ser la piedra en el zapato del poder.

Pero cómo son las cosas ahora que, a cambio de montones de guita, espacio y publicidad esta otrora “subversiva” prensa ha decidido sacarse la careta y prestar ciega obediencia al estado, a sus leyes e instituciones MÁS rancias.

El apabullante terrorismo mediático en el que incurrieron el año pasado y parte de este me parece prueba suficiente de ello. Aunque si todavía les queda alguna duda, empiecen por preguntarse por qué medios que se presentan a sí mismos como “independientes” o “críticos” más de una vez se han solventado con el dinero de anunciantes públicos…

Uno de los opositores más férreos a todo esto es el periodista y anarcocapitalista Federico Leicht quien, a causa de su estilo vehemente en las redes, se ha visto envuelto en un intento de persecución ideológica llevado a cabo por un grupo de operadores de izquierda.

Este tipo de denuncias son graves y sintomáticas del accionar de la progresía actual, la cual ante cualquier disenso –por más mínimo que sea– no duda en incurrir en prácticas tan canallescas como la censura o el escrache; llegando a veces hasta el extremo de crear listas negras o de quemar libros (!)

Tan crítica es la situación, que no sería disparatado pronosticar que en un futuro no muy lejano la falta de pluralidad de dichos operadores mediáticos, su pusilanimidad, escasa honestidad intelectual y nulo interés por el matiz o la interpretación caritativa de posturas divergentes a las suyas, siembre las primeras semillas de un coletazo que barra con ellos de manera definitiva. No es posible vivir tanto tiempo en la mentira.

Villamayor:¿Por qué te llamás a vos mismo “Unabomber?”…

Leicht:El sobrenombre surgió de una entrevista que me hizo el Checho Bianchi para Montevideo Portal. Al final le terminé diciendo: “¡¿Y quién soy entonces, el Unabomber?!”. Y bueno, ahí quedó, y después lo empecé a usar en una página de Facebook que me cerraron hace aproximadamente dos meses…

Villamayor:Pensé que el sobrenombre estaba en parte inspirado en las críticas de Theodore Kaczynski a la izquierda. (Nota del editor: la lectura de tan sólo las primeras páginas de “La sociedad industrial y su futuro” (1995) es esencial para aquellos que quieran entender la deriva neurótico-totalitaria de la izquierda)…

Leicht:Sí, tengo muy claro quién es Kaczynski, pero no, no hay ninguna relación. Es cierto que el loco era anarquista y muy crítico con la izquierda, sí. Pero no soy admirador de él, y si bien lo he leído y compartimos cierto componente anarco, el tipo era un enfermito.

Villamayor:A priori y aspirando a ser imparciales, uno podría afirmar que ser de derecha es tan malo o bueno como ser de izquierda. ¿Por qué creés, sin embargo, que hoy en día las posturas más asociadas a la derecha tienen tan mala prensa?

Leicht:Por la hegemonía cultural de la izquierda; por la forma en la que se ha impuesto en todo Occidente. Y bueno, justamente eso es parte de lo que venimos tratando de combatir desde el plano cultural, y no tanto político –yo entiendo que la lucha deber ser cultural–.

Si bien creo que dar vuelta todo este proceso es algo que va a requerir mucho más que tiempo, me parece que por el momento estamos avanzando bastante; fijate si no el caso de Milei en Argentina, o el de Trump en Estados Unidos o a Bolsonaro en Brasil; esos son mojones de referencia a nivel político.

Villamayor:Muchas veces la izquierda emplea la estrategia retórica de descalificar a dichos adversarios tildando sus posiciones de “ultraderechistas” o “antidemocráticas”, negándoles así a sus simpatizantes toda posibilidad de debate. ¿Cómo creés que discursivamente debe reaccionar un liberal frente a esto?

Leicht:Claramente mi apuesta ante eso es adoptar un tono confrontativo. Cabe aclarar que siempre lo primero que hace la izquierda es ignorarte. Ahora, cuando algo ya se les vuelve imposible de ignorar, salen a descalificarte de esa forma. Y frente a eso hay que reaccionar redoblándoles la apuesta. Al que pega, pegarle dos veces; y el que pega primero, pega mejor.

Como habrán visto, yo me adelanto muchas veces a hacer eso de manera agresiva en las redes, y es que creo que es una estrategia de autodefensa. Claramente somos una minoría, estamos en esa posición que tú señalás, marcados con el prefijo descalificatorio de “ultras”. Porque fijate quea ellos jamás lo vas a ver utilizando el calificativo de “ultraizquierda” para referirse a ninguno de los miembros de su casta…

Villamayor:Es cierto. En España, por ejemplo, Unidas podemos no es calificado como un partido de “ultraizquierda”, sin embargo Vox sí es frecuentemente tildado de “ultraderecha”…

Leicht:Exacto. Fijate si no como antes de ser presidente todos los medios de prensa de acá hablaban de Bolsonaro como de “la ultraderecha”. El ultraderechista Bolsonaro, me acuerdo quedecía siempre con cara de asco Blanca Rodríguez. Pero hay que perder el miedo a ese estigma. A mí me importa un carajo que me digan “facho”, “ultraderechista”, o lo que sea; llamame como vos quieras, si total vos sos un zurdo de mierda.

Villamayor:Claro, pero hay como una carga despectiva mucho más fuerte asociada a la palabra “facho”, me parece. Con el descalificativo zurdo es distinto, yo no escucho al menos que se emplee tan frecuentemente y con tanta saña. Ahora, en cambio, el insulto “facho” sí se oye bastante y con mucho odio de por medio.

Leicht:Hoy en día el espectro político uruguayo está muy corrido hacia la izquierda. Tenemos desde el centro, pasando por la ya mencionada izquierda, hasta la ultraizquierda. La cosa nunca pasa de ese umbral. En Uruguay directamente no hay representantes de la derecha o del liberalismo. Quisieron hacerle creer a la gente que Manini era alguien distinto cuando poco después la realidad demostró que, con excepción de algún que otro colorado, de la coalición Manini era el tipo más cercano al Frente Amplio.

Rodríguez:¿Y por qué creés que hoy está tan desprestigiado el tema de la derecha en Uruguay? Porque hoy todo aquel que quiera aspirar aunque sea a un poquito de poder necesariamente tiene que volcarse hacia el centro…

Leicht:Y bueno, eso tiene que ver justamente con lo que te venía diciendo: con la hegemonía cultural de la izquierda. Mirá: me acuerdo que cuando surgió Lacalle Herrera desde sectores de la izquierda se empezó a utilizar el término “neoliberal”. Eso fue el caballito de batalla de ellos durante la década de los noventa. Y lo lograron instalar. Y desde entonces eso ha funcionado como un sinónimo de mala persona. Y claro, obviamente los políticos enseguida se dieron cuenta que el autodenominarse liberales no era un camino que les rindiera frutos desde el punto de vista electoral.

No obstante, creo que ahora estamos viviendo tiempos en los cuales eso se está empezando a revalorizar…

Villamayor:Justamente hablando de eso, ¿Cómo ves la coyuntura argentina actual, más precisamente el ascenso de una figura tan rompedora de esquemas como Javier Milei. ¿Pueden procesos similares tener su correlato acá?

Leicht:Yo creo que indudablemente lo va a tener. Uruguay es una provincia, una ficción política creada a partir de intereses británicos entre dos países grandes. No tiene nada que ver con Artigas. Siempre, históricamente hablando, Uruguay se ha visto influenciado por lo que sucedía en los países vecinos. Entonces, necesariamente, este caso no va a ser la excepción. Va a haber un correlato. Y no sólo por el auge del fenómeno de Milei en Argentina, sino también por el éxito que está teniendo la gestión de Bolsonaro en Brasil.

Quizás no lo vayamos a ver muy claramente en estas elecciones de 2024, pero sin dudas es algo que políticamente está empezando a procesarse. Y el camino, definitivamente por cómo están las cosas al interior de los partidos, va a ser el de generar algo nuevo. Porque tanto el partido nacional como cabildo abierto o el partido colorado están cada día más volcados hacia la izquierda y toda la basura de género.

¡Y están equivocados! Ellos creen que ese es el camino, que así van a cooptar votos de la izquierda, pero la gente, en general, siempre va a preferir el original a la copia: ¡Antes que un zurdo lavado o un frenteamplista con desodorante, dame el original!

Villamayor:¿Pero vos percibís un crecimiento real de la derecha en Uruguay, algún actor político que quiera tomar la posta del liberalismo?

Leicht:Sí, yo creo que está empezando a haber. Sobre todo entre los más jóvenes. Esto es netamente un tema generacional. Del mismo modo que en la década de los setenta o en los ochenta una generación que, frente a lo que era el tradicionalismo predominante en la política, viró disruptivamente hacia la izquierda para así generar un contrarrelato de rebeldía, algo de eso está empezando a pasar hoy…

Es decir: de ahora en más los hijos del progresismo son los que van a estar llevando adelante esta batalla política y cultural contra la izquierda. En parte por una cuestión de reacción contra los valores de la progresía dominante. Va a suceder, es inevitable. Y yo lo estoy viendo. Todo el tiempo me escriben chiquilines de quince, diecisiete, dieciocho años, gurises que no pueden votar pero igual se interesan por nuestras ideas.

Rodríguez:Pero también pasa que Uruguay es un país muy gerontocrático y desprecia abiertamente a estos jóvenes…

Leicht:Sí, y lo que hay que subrayar además es que acá existe una partidocracia muy grande. La contra que tenemos es que en Uruguay no se hace política de ideas, sino de partidos. Entonces, a los guachos jóvenes terminan cooptándolos ofreciéndoles un concierto, una charla, un viajecito o si no un puestito en la dirección juvenil. Y a eso se reduce la escuela política que les ofrecen. Por eso yo digo que el camino lo tenemos que hacer por fuera. Y eso mismo está empezando a pasar.

Villamayor:Eso que desde la izquierda tanto le achacan a Milei –despreciar las instituciones y promover la antipolítica– es algo que figuras como los Kirchner o Mujica –quien, por poner un ejemplo, llegó a decir que lo político estaba por arriba de lo jurídico– han hecho durante décadas. ¿Te parece una estrategia efectiva para la derecha a largo plazo?

Leicht:Yo creo que sí, y que es necesario. De hecho, como ya habrán visto, yo soy un gran puteador serial y utilizo mucho el lenguaje soez en las redes. Y es que creo que uno no puede combatir el fuego usando un abanico.

Villamayor:Claro, pero ante eso o al humor la izquierda siempre va a poder recurrir a la censura, al escrache o a la denuncia. ¿Y vos cómo respondés a eso?

Leicht:Mirá: yo el jueves pasado estuve en la fiscalía de Pando por una denuncia que, en definitiva, es política. Dos operadores, uno de la comuna y otro de la fiscalía, se juntaron y dijeron: “Vamo’ a reventarlo”. A lo que yo les dije: “Fantástico, llévenme a juicio, dale.”

Y es que uno tiene que dar la pelea, nunca arrugar. ¿Qué querés, que vaya a pedirle disculpas? Yo no le voy a pedir perdón. Y menos que nada le voy a pagar plata a un ladrón, que es lo que es ese inspector desde mi punto de vista rothbardiano y anarcocapitalista. Y es que según esta escuela filosófica cualquier funcionario público que se dedique a poner multas en definitiva está haciendo eso: robando. Entonces fui a la fiscalía y dije: “Me hago cargo de todo lo dicho”. Veremos qué deciden ellos.

Villamayor:Teniendo en cuenta esto, ¿Puede decirse que hoy en Uruguay sigue existiendo la libertad de expresión con todas sus garantías?

Leicht:Y… Creo que está en un momento de peligro. Hemos perdido mucha libertad en este año y medio –lo político está por encima de lo jurídico; esa es una de las grandes verdades que ha dicho Mujica–. Y creo que la libertad de expresión, igual que la de prensa, está en riesgo…

Villamayor:Bueno, hace poco oí a una periodista –Natalia Uval– decir que el periodismo uruguayo “molesta al poder”?, ¿Creés que actualmente esto es así, que medios como, por ejemplo, La diaria o Brecha son una piedra en el zapato para la casta política?

Leicht:Natalia Uval es funcional al poder. Igual que La diaria y casi todo medio de prensa en el que trabajen operadores de izquierda. Acá en Uruguay actualmente no existe el periodismo.

Rodríguez:Bueno, pero gente así u otros actores de ese mundillo suelen decir que en su conjunto son ellos los encargados de salvaguardar dichas libertades…

Leicht:No, eso es una mentira. Ellos son todos funcionales al poder. Por supuesto que les encanta sacarse la chapa de héroes. Pero acá en Uruguay el periodismo actúa siempre de acuerdo a las necesidades del poder. Es más: vive de él. En un país como el nuestro, en el que las empresas periodísticas necesitan del estado para solventarse, nunca van a poder hacer su tarea llevándole la contra…

Rodríguez:Pero vos trabajaste en los dos, ¿no? ¿Cómo calificarías su accionar desde dentro?, ¿Es intelectualmente honesto?

Leicht:No. Lo que ya dije: ambos –Brecha y La diaria– funcionan como operadores políticos.

Villamayor:¿Y cuándo vos laburabas ahí dentro?

Leicht:También. Lo que pasa que yo agarré parte de la generación de Marcha. Y ahí quedaba algo de la vieja escuela. Los viejos que habían laburado con Quijano y que tenían, si se quiere, un espíritu intelectualmente más honesto. Es decir, no te escondían el hecho de que eran frenteamplistas y que trabajaban para que su partido llegara al poder. De hecho, yo en esa época era anarquista. Y en las reuniones editoriales de Brecha, con la gente de política, me acuerdo que estaban Blixen, Marcelo Pereira, el gordo Guillermo Gonzáles…

Villamayor:Sí, pero esos no hicieron nada de valor.

Leicht:Bueno, pero como te decía: estaban todos esos tipos que eran en definitiva operadores de izquierda. Y me acuerdo que ellos siempre me decían: “Vos no podés considerarte de izquierda si no sos frenteamplista”.

Rodríguez:Claro. El monopolio de la izquierda.

Leicht:Absolutamente. Y yo me acuerdo que les respondía: “Bueno… No sé si soy de izquierda entonces”. Y ahí se generaba un enfrentamiento permanente.

Mirá: yo en ese tiempo me dedicaba a investigar a la Intendencia de Montevideo. Lo hacía con el mismo espíritu crítico con el que Samuel Blixen por entonces sacaba notas sobre el gobierno de Batlle. Y eso me costó carísimo. Porque tenía que hacer el doble de esfuerzo que ellos. Me acuerdo que tenía un editor que a cada nota que le presentaba era como rendir un examen. Me subrayaba, me preguntaba por absolutamente todo: “¿Y esto de dónde lo sacaste?, ¿Y esta fuente de dónde salió?” Y después iba Blixen y ponía cualquier boludez incendiaria y se la publicaban. Pero bueno, fue un trabajo que desde la incomodidad me sirvió mucho como experiencia.

Villamayor:En Estados Unidos se está empezando a hablar del llamado “Posperiodismo”. Una forma de hacer prensa escrita orientada hacia un público nicho. Un estilo de prensa que ve con malos ojos la imparcialidad y el interés generalista, poniendo por encima de todo el relato. ¿Está esto pasando acá?

Leicht:Sí, claro. Y es que la imparcialidad no existe. Eso es algo que…

Villamayor:¿Pero acaso no creés que es posible hacer prensa de forma imparcial?

Leicht:No, no se puede, no hay manera. No existe eso.

Villamayor: Bueno, pero hay algunos temas que uno podría presentar sin necesariamente tener que adoptar una postura. Es decir: exponer de la mejor forma posible los puntos de vista enfrentados y que el lector saque sus conclusiones…

Leicht:No. No. Vos siempre estás adoptando una postura. Ya desde el momento en el que elegís sobre qué tema escribir. No hay manera de librarte de tu subjetividad. Y creo que es algo que en todas las escuelas de periodismo debería empezar a enseñarse y recalcar. El periodista que se presenta a sí mismo como objetivo es un mentiroso.

Villamayor:Pero, ¿Y por ejemplo la pluralidad de puntos de vista? ¿No se puede hacer eso al menos?Hay medios emergentes en Estados Unidos como “The Hillo “Breaking Points”en los que vos tenés periodistas de distinta ideología política sentados uno al lado del otro, discutiendo sus diferencias. Eso pasaba antes en los medios de prensa, un ejemplo insignia de esto era el “New York Times" en sus viejas épocas, en el que vos tenías al interior de la redacción editoriales enfrentadas. Acá sin embargo eso no ocurre, por ejemplo, En La diaria todos piensan más o menos lo mismo. ¿Por qué no se vuelve a adoptar esta dinámica?

Leicht:Acá entra de nuevo el tema de la hegemonía cultural. Fijate las tertulias de “El espectador” si no, en lo personal hace ya un tiempo que no las escucho. Pero me acuerdo que Cotelo siempre te las vendía como si fuesen una representación plural del pensamiento político. Mentira. Eran todos zurdos. Lo más de derecha que llegó a tener fue a Connie Hughes; pero después siempre era un espectro que iba desde el centro a la izquierda. Nunca pasó de ese umbral. Lo vuelvo a repetir: acá la derecha no tiene voz. Es mala palabra. Está prohibida. Y en eso consiste la hegemonía cultural: en el dominio de la cultura a través de la representación de un espectro delimitado básicamente por los medios de comunicación, quienes son los artífices más claros de ella.

Villamayor:Y teniendo en cuenta que has estado vinculado a medios de izquierda, ¿Cuándo fue que alcanzaste el proceso de maduración política suficiente como para definirte libertario?

Leicht:Fue durante mi periodo en Brecha. Ahí tomé contacto con mucha gente de la generación joven de Jorge Batlle. A los periodistas siempre nos invitaban a los asados. Y ahí fue cuando me di cuenta que me sentía mucho más cómodo hablando con un liberal de Batlle, que con un marxista; mucho más identificado, además. Ahí entendí por fin que el camino de la libertad tiene que ver con el mercado, con el capitalismo que necesariamente tiene que conservarse esa esencia de la libertad individual. Y digamos que mi corrimiento pasó por ese lado.

Pero yo nunca fui de izquierda. Quiero aclararlo. Jamás en la puta vida. Mucha gente dice que porque trabajé en Brecha, por ahí yo… ¡NO! Siempre detesté el marxismo, porque es un dogma, y JAMÁS en la vida me planteé la posibilidad de votar al Frente Amplio.

Villamayor:La otra vez en el podcast de la revista hablábamos de la figura del alcahuete, la cual se ve mucho en el campo de la comunicación. Es decir: gente como Gabriel Romano o Ana de Rogatis, burócratas que no han escrito libros rompedores o llevado a cabo investigaciones de destacado valor, sino que sólo han militado a favor de un sector político determinado...

Leicht:Pero es que el 90% de los periodistas uruguayos hace eso: trabajar para conseguir un puesto en una radio, un canal o una revistita del estado. Y después cuando se les termina el curro tienen el backup de que van a laburar a la Intendencia. Fijate Preve si no, el que operaba en Canal 10... Cuando se quedó sin trabajo al otro día tenía enseguida un puesto en fiscalía. Es así: al final del día todos tienen su currito asegurado.

Y es que no son periodistas, son operadores políticos de la izquierda trabajando en los medios de comunicación. Ojo, que también están en el gobierno de Lacalle Pou. Gerardo Sotelo, por ejemplo, un exfrenteamplista... Y fijate el Ministerio de Educación y Cultura: todos los burócratas que están ahí son zurdos. Son muy poquitos los operadores culturales de lo que puede llamarse “la derecha”. De hecho, para empezar, yo ni siquiera me considero de derecha: yo soy anarcocapitalista.

Villamayor:¿Creés que las categorías derecha e izquierda están perimidas?

Leicht:Sí. Aunque bueno, para facilitar las cosas si me querés poner en algún lado, poneme en la derecha, obvio, pero que quede claro que yo no soy conservador. Si lo fuera creería que el estado tiene que jugar un rol fundamental en la vida de las personas, y yo al estado no lo quiero para nada.

Volviendo a lo anterior, considero que evidentemente hoy en día no hay operadores políticos de derecha en Uruguay. Lo más parecido que hay, si se quiere, en los medios de comunicación podrían llegar a ser quizás… ¿Conrado Hughes?, ¿Sergio Puglia?…

Me acuerdo que cuando fui a lo de él y dije tres boludeces las redes estallaron. La gente nunca había escuchado algo así. Es muy cerrado el ámbito de los medios. No quieren que entre este discurso.

Villamayor:O si no vuelta a lo mismo, a lo que decíamos antes, a la caricatura o a la vulgar mentira. Por ejemplo, si vos decís que no hay evidencia empírica para sostener la existencia del patriarcado, lo que hace la izquierda en lugar de discutírtelo es tacharte de extremista: decir que al expresar esa postura vos estás avalando y siendo cómplice de todo acto de violencia contra la mujer.

Leicht:Claro, lo que ellos conocen como “el discurso de odio”.

Villamayor:Pero ese tipo de estrategias retóricas no tienen su equivalente en la derecha…

Leicht:Lo que pasa es que hay que tener espalda para bancarte que te digan que sos un hater. Yo me la rebanco y los puteo. A mí no me amedrentan. La corrección política me la paso por el reverendo forro de las pelotas. Y ese miedo es el que tenemos que perder: El miedo a la corrección política. Esa es el arma con la que la hegemonía cultural de izquierda domina a los medios de comunicación. Y por extensión a todo el espectro político, el cual por supuesto no es ajeno a esto.

Pasa siempre. La política se acopla a lo cultural. Cuando vos tenés a toda la cultura: el cine, el futbol, los informativos, etc., dominados por la izquierda, los políticos quieras o no van a estar atrapados adentro de esa red. Y todos los días vos ves cómo se aclimatizan corriéndose más y más a la izquierda del espectro ideológico.

Villamayor:Algo que me quedó picando de lo que acabás de decirme es eso de que vos no sos conservador... ¿Cómo definirías entonces tu postura política?

Leicht: La definiría como anarcocapitalismo.

Villamayor:Pero…, por ejemplo, en cuestiones sociales: ¿Te posicionás a favor o en contra del matrimonio?

Leicht:Es una opción individual. Simplemente eso. Yo en lo personal no necesito del aval del estado para estar con mi mujer.

Villamayor:Y por ejemplo, si alguien de izquierda te quisiese correr por el lado de lo de las identidades sexuales, ¿A vos te chupa un huevo que haya homosexuales casados o adoptando hijos?

Leicht:Y… Sí. Yo creo en la libertad del individuo y por extensión en su libertad sexual. Me parece fantástico que la gente haga de su culo un pito. Pero lo que a mí me molesta es que le tengas que pedir al estado cosas porque sos puto. Hacete cargo. No me rompas las pelotas. Viví tu homosexualidad tranquilo. ¿Para qué mierda necesitás el aval del estado para eso?, ¿Por qué pedís subsidios? Autopercibite cómo se te dé la gana, pero no me generes un gasto a mí. Disfrutalo, pero no te victimices todo el tiempo ni jodas a los demás.

Y lo mismo pienso de las drogas. En lo personal, creo que todas deberían ser legales. Pero nada de estatizarlas. La estatización de la marihuana es la peor mierda que se le ocurrió a Mujica. Yo no quiero que el estado esté ahí. Abrí la competencia y dejame comprar mi cogollo tranquilo, sin tener que darte mis datos. A eso llamo yo libertad. Lo otro es mierda regulatoria del estado y todos salimos perdiendo.

Villamayor:¿Y el aborto? Ahí entre los libertarios hay un debate enorme…

Leicht:Yo creo que es un tema que a mí no me atañe. No voy a opinar porque no soy mujer. Si yo tuviera la capacidad de embarazarme, bueno… Ahí veo, pero… Sinceramente, como ya te dije, no es una cuestión que me ataña.

Villamayor:Te pregunto porque está ocurriendo que en la derecha –como nunca antes– hay una pluralidad enorme de opiniones en lo que refiere a estos temas.

Leicht:Sí, porque son temas que le son sensibles a la sociedad en general. Y ahí tenés posturas que van desde el paleolibertarianismo hasta el liberalismo clásico. Hay gente que se define pro-vida, otra que no... Es natural que se dé esa división. Nunca va a haber un consenso en torno a esto. Y eso es sano. Lo que no te banco es que el estado sea juez y árbitro en ninguno de estos temas. Es una cuestión individual, que tiene que ver únicamente con tu libertad.

Villamayor:Lo que más me llamó la atención de este tema en particular es el tono épico que empleaban sus promotoras cuando pedían su legalización en Argentina. Escuchándolas hablar uno podía pensar que estaban luchando poco menos que por una declaratoria de independencia…

Leicht:Todos son relatos. Todas son construcciones que forman parte de la hegemonía cultural. Es debido a eso que estas luchas tienen ese componente “épico”. Y ojo, es ese elemento lo que las vuelve tan exitosas; a veces tanto, que incluso llegan hasta a volverse productos de la televisión más Cholula, y ahí es cuando pierden toda su esencia o profundidad. Pasan a convertirse en algo absolutamente frívolo.

Villamayor:Pero a vos te parece que uno debería remitirse al plano de las ideas, o en su lugar replicar este tipo de estrategias... Por ejemplo, Milei es un tipo que al igual que los Kirchner o Mujica te hace tick en todas las casillas de líder populista. ¿Sería bueno para la derecha embanderarse con figuras de ese talante?

Leicht:Yo creo que es válido. Si bien es un dogma que detesto, tenemos mucho que aprender del marxismo. Creo que, por ejemplo, alguien como Gramsci la tenía clarísima. No voy a negar su inteligencia. Y puede ser un arma, otra herramienta de uso más. El tema es que vos en una batalla podés utilizar las técnicas de tu enemigo para combatirlo, pero con un límite; cuando tu enemigo es cruel, despiadado y tramposo, vos no podés entrar en eso... No podemos volvernos cínicos e hijos de puta. Esa es la diferencia más importante entre la izquierda colectivista y el libertarianismo: yo no quiero ser como vos, yo puedo aprender algunas de tus tácticas, puedo utilizarlas incluso en tu contra, pero en esencia vos y yo nunca vamos a ser lo mismo.

Villamayor:Pero, por ejemplo, en la izquierda hoy se recurre a listas negras, al escrache, a la censura, a la prohibición de libros…

Leicht:Sí. Y es increíble, pero es eso lo que nos diferencia de ellos. Yo nunca llegaría al extremo de prohibir un libro de Marx, por ejemplo.

Villamayor:Tenés una postura muy crítica alrededor de lo que muchos sectores de la izquierda entienden como el pasado reciente. Más específicamente la visión romántica que dichos actores tienen de los tupamaros...

Leicht:Es un relato. Otra de esas construcciones publicitarias maravillosas que hicieron. Nadie puede negar el valor estratégico de estas propagandas; ahora, su contenido es pura basura. Más allá de que la forma y el color que le dan sea admirable desde el punto de vista creativo, su contenido está plagado de mentiras.

¿Vos te das cuenta que hace cinco años traje a un tupamaro (Nota del editor: Leicht está hablando de Amodio Pérez, quien por prisión indebida ahora deberá cobrar de parte del estado una suma de $ 1.600.000) que tenía vedada la entrada al país por el resto de sus compañeros?, ¿Por qué no querían que entrara? Porque el tipo no era requerido por la justicia, sin embargo, apenas vino cayó en cana... ¿De qué justicia me estás hablando entonces?

Villamayor:¿Te acordás del documental de Kusturica sobre Mujica? En él Pepe confiesa a su director haber sentido una sensación de poder y respeto enormes al haber empuñado una 45. Puede ser que, al igual que el Unabomber, muchos tupamaros hayan emprendido la lucha armada como consecuencia de un fanatismo ideológico rayano en la psicopatología, en lugar de un deseo altruista por generar un cambio positivo en la sociedad?

Leicht:Yo conozco perfectamente la historia de Mujica. Es un psicópata. Desde joven lo fue. Me lo contaron pila de personas que convivieron con él. Y la verdad no me parece tan raro que un psicópata pueda llegar a hacer carrera política en este país. Es algo totalmente natural. La misma estructura de nuestro aparato político está diseñada para el robo y la mentira. Pero esto no atañe únicamente los tupamaros, no... Mirá que el resto del sistema político también tiene su cuota de psicópatas.

Pero los tupamaros fueron en realidad una asociación para delinquir. Una banda de lúmpenes que un día se juntaron y dijeron: “Vamo’ a dar vuelta todo”. Y bueno, le dieron un componente político a esos robos que perpetraban y después de la dictadura generaron un relato romántico en torno a ellos y supieron venderlo con mucho éxito. Pero nada más.

Villamayor:¿Qué evaluación hacés de este primer año de gestión de Lacalle?

Leicht:Continuismo. Lacalle está profundizando en muchos aspectos el progresismo de la administración pasada. La política de género es un ejemplo muy claro. La gente tiende a pensar que la responsable de esto es Beatriz Argimón. Mentira, todo es parte del plan del gobierno de Lacalle. Y lo mismo con la economía: puso a una keynesiana que laburó con Astori al frente del Ministerio de Economía. Son el antiliberalismo. Un gobierno zurdo pero con desodorante.

Villamayor:¿Y a qué se debe esta inercia?

Leicht:Son garcas. Tienen miedo de que si se corren un poco a la derecha, hacia el liberalismo, les digan que son una mierda, que son satanás; y bueno, creo que en ese sentido Lacalle Pou es una especie de parricida. Alguien que quiere eliminar todo lo que hizo su padre…

Rodríguez:Pero a nivel de relato Luis se vende como un liberal. Fijate si no sus apariciones en la televisión argentina…

Leicht:Sí, pero andá saber quién se lo compra. Aunque hay que reconocer que Argentina está en el horno. ¡Por supuesto que lo van a ver como un liberal, si viven en un gulag! Pero un día se vende así, y al otro te dice que es un político keynesiano y de centro. Yo qué sé… Para mí Lacalle está muy lejos de ser un liberal.

Bah, me corrijo: no sé Lacalle Pou a título personal, pero sí su gobierno. Yo he hablado con él y me consta que piensa muchas cosas que no lleva a la práctica. Básicamente el lugar que está tomando en esta administración es el de timonel de un gobierno zurdo y globalista.

Villamayor:¿Pero eso es pusilanimidad de su parte, o responde a presiones de terceros?

Leicht:Yo no puedo hacer un juicio de esa naturaleza. No duermo con Lacalle. Presiones siempre las hay, pero andá a saber...

Villamayor:Hace un par de semanas te oí decir que que pasado un tiempo prudencial se iba a dar lugar “a las denuncias más grandes de corrupción de la historia de nuestro a país”

Leicht:Y creo que está empezando a ocurrir en la medida de que en este año y medio de pandemia han habido abusos muy grandes por parte del estado y la administración. Me refiero a no solo en el plano de las libertades individuales, las cuales por supuesto hemos perdido; sino que en lo económico quedaron libres de manos para hacer un montón de dislates que van desde el endeudamiento –medida antiliberal, por supuesto– hasta negocios secretos con la Big Pharma. Imaginate, contratos que en principio no sabemos cómo son… En Uruguay, por ejemplo, se pagó la primera partida de la vacuna Pfizer a cuarentaicinco dólares, mientras que el resto de los países pagaron nada más que once. Sabemos hoy que en el Ministerio de Salud Pública los asesores honorarios cobraron montos de un millón doscientos mil pesos, los cuales salieron del fondo coronavirus.

Y eso es nada más que la puntita. Acá hay gente que se enriqueció, que se volvió millonaria; hablo de gente vinculada a la farmacéutica, a los laboratorios, a los test PCR. Y quizás podamos decir que hubo un enriquecimiento ilícito en la medida de que yo considero que esta pandemia es una farsa global. Pero eso en algún momento la historia lo dejará claro.

Villamayor:Me acuerdo que el año pasado se publicó en eXtramuros la teoría de que el virus había salido de en un laboratorio en Wuhan. Y enseguida todos los medios salieron a tirarles palo y a llamarlos conspiranoides. Y sin embargo, hoy en día eso que publicaron es casi tenido como por una realidad

Leicht:Ya te dije. Los medios de comunicación actúan de manera funcional al poder político de turno. Son empresas que sobreviven de esa forma. Esa es la realidad. Yo me vengo bancando que me digan conspiranoico, terraplanista, antivacunas y bestia desde hace un año y medio. Y me chupa un huevo. Pero sí, hay muchísimas cosas que se dijeron que eran teorías de la conspiración hace poquito y que hoy se están empezando a tomar por ciertas. Cuando si hace unos meses las decías eras poco menos un terrorista…

Lo que va a pasar es que cuando las cosas terminen de saberse, los medios de comunicación van a mirar para otro lado y hacer de cuenta que acá no pasó nada. Las atrocidades que ha publicado la prensa en este año y medio… Nunca en mi puta vida he visto cosa así. Fue realmente asqueroso.

Villamayor:¿Qué tan diferente hubiera sido la respuesta a la pandemia si el gobierno hubiera sido frenteamplista?

Leicht:Hubiéramos tenido más cierres. La economía habría sufrido más. Hubiéramos tenido cuarentena obligatoria. Desde el punto de vista de las libertades individuales, la situación hubiera sido mucho peor porque en la izquierda hay una tendencia totalitaria. Lo pedían a gritos, de hecho.

Villamayor:Tenés una postura bastante crítica con la ideología globalista. ¿Podés explicarnos en qué consiste dicho término?

Leicht:En mi libro (Hegemonía; guía de supervivencia política) hablo bastante de ese tema y marco la diferencia entre globalización y globalismo. La globalización es un proceso natural, que está dado por el auge de las tecnologías y el capitalismo. Mientras que el globalismo es una ideología de laboratorio, que tiene que ver con el rol de los organismos internacionales, hoy cooptados por la izquierda, más específicamente por los baby boomers de izquierda –esos jovencitos que en los sesenta se hicieron hippies–; ellos son quienes están de directores en lugares como el banco mundial o las naciones unidas. La burocracia que impera ahí, en definitiva. Esos tipos ven con buenos ojos los proyectos que buscan equilibrar el desarrollo de las sociedades, el desarrollo económico en pos del equilibrio medioambiental; creen que su rol es el de regular a los estados nación del mundo para generar una sustentabilidad en el plano ecológico situando a la economía como la principal culpable de todos los males. Y para ello tienen un programa socialista que busca el control de la natalidad en la población, la economía de los países, las libertades individuales y la imposición del relato de género.

Y mi postura es anti-globalista porque creo que lo que se está proponiendo es una involución de las libertades individuales y mismas de los estados nación. La pandemia, para mí, fue una especie de golpe de estado global. Es como el principio de…

Rodríguez:¿Fue una excusa para que esto empiece a tener lugar?

Leicht:Sí, claro. Los tipos hicieron una especie de test. Ahora tienen una idea de cómo responde la opinión pública global frente a situaciones de alarma.

Villamayor:El año pasado hubo una entrevista a Andacht, que no sé por qué no la puedo encontrar ahora, que llegó a tener cientos de miles de visitas. El video más visto de “En perspectiva”, por lejos. Ahí se expresaba una postura crítica con la pandemia. Eso me lleva a pensar que hay un interés genuino de la gente en escuchar voces disidentes al relato hegemónico y que por lo tanto podría llegar a ser hasta algo rentable. ¿Por qué nadie arriesga y da más lugar a esta gente?

Leicht:Nadie se va a jugar con eso. El espíritu de los tiempos actuales es el de la cancelación. Imaginate, no sé, poner a Esteban Queimada en un programa de la mañana o la tarde. En mi opinión sería un éxito de público, pero está el temita de la corrección política, la cual impera y hace que sea imposible que un empresario asuma ese riesgo. Y es que esa gente está acostumbrada a que el promedio de los periodistas en Uruguay sean todos de izquierda y entonces ellos se acomodan a eso. Ya desde la facultad salen educados por Blixen con una concepción netamente zurda del periodismo. Eso es hegemonía. La naturalización de un relato, el sentirse parte. Lo distinto en el plano político está por definición mal visto.

Villamayor:Hablando de eso: me acuerdo patente que cuando iba a la facultad había gente que se recibía haciendo investigaciones, por ejemplo, con el título de “La persecución a la población trans durante la dictadura militar”; cosas así. Y yo me preguntaba: ¿Pero a quién mierda le puede importar esto? Únicamente a un sector muy específico de la izquierda que lo leerá y se indignará, claro, pero, ¿Y al resto de nosotros?, ¿Por qué destinar dineros públicos a tamaña pelotudez?

Leicht:Claro, pero si vos mirás a la UDELAR ellos financian todo el tiempo proyectos de esa naturaleza. Los intelectuales orgánicos en Uruguay son gente que escribe, por ejemplo, sobre “Cómo influyó la dictadura militar en el proceso de transformación de Conchillas-Colonia durante el año 1972” (Nota del editor: cabe aclarar que para ellos la dictadura empezó en 1971 cuando perdieron las elecciones). ¡Y estos tipos viven de eso! Haciendo trabajos que no va a leer absolutamente nadie. Si ni siquiera salen al mercado... Quiero decir: se imprimen, sí, por obra y gracia del estado se distribuyen y hasta aparecen archivados en bibliotecas pero, NUNCA, JAMÁS van a salir al mercado. Y estos son los mismos que a veces agarran y despectivamente cuestionan tu laburo…

Pero qué venís a hablar vos, si en la puta vida sacaste un libro al mercado. No hay nada que puedas producir que sea de interés para nadie. Vos son un zurdo que se dedica a escribir estupideces por encargo de intelectuales de la UDELAR.


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