23.FEB.15 | postaporteñ@ 1354

Chile: los gorilas estaban entre nosotros (8)

Por PRIETO

 

autor Helios Prieto ( último capítulo)

© 1973 Ed. Tiempo Contemporáneo. Bs. As., Argentina -2014 Ed. Viejo Topo. Santiago, Chile 

Una tragedia que termina en farsa

Marx dijo que las grandes tragedias históricas cuando se repiten, suelen adquirir características de farsa. La de Chile es la enésima tragedia que vive el proletariado conducido por direcciones burocráticas y pequeñobur­guesas. No podía terminar en otra cosa que en una farsa. Este epílogo farsesco corre por cuenta de la internacional de los imbéciles. El órgano del Partido Comunista de Argentina, “Nuestra Palabra”, en su número del 24 de octubre de 1973 trae dos artículos dignos de Moliere (salvando, claro está, las diferencias de estilo). Su edi­torial “Ultraísmo y contrarrevolución” y la declaración “Al pueblo de Chile” del PC chileno.

En su declaración el PC chileno elude cuidadosa­mente responder por la responsabilidad que le cabe en la derrota histórica del movimiento obrero chileno, adoptando un aire de humildad autocrítica que, como de costumbre, deja sin señalar ningún error concreto, tarea que promete para un nebuloso futuro. Este partido se ve obligado a un tono tan mesurado porque las masas chilenas ya le están exigiendo en todas partes rendición de cuentas. Ese tono se torna insolente en el PC argen­tino que por ser una gran secta aislada del movimiento obrero real no se siente obligado ante nadie y trata de aprovechar el desastre chileno para justificar su propia política, que si algún día llega a tener influencia en las  masas las llevará a derrotas tan graves como la chilena, o aún peores. El PC chileno dice: “El plan del golpe, su línea de ejecución y sus métodos bestiales son de origen extranjero. Nació en las oficinas de la CIA, en directa conexión con la Internacional Telegraph and Telephone y la Kennecott. Para llevar a cabo este plan se constituyó un grupo especial en el Pentágono y en la Casa Blanca”

Esta interpretación mitológica del golpe chileno le cuadra muy bien a los burgueses de todo el mundo y sus lacayos. No hay dudas de que la CIA y el imperia­lismo tuvieron participación en el golpe, pero ese no es el problema fundamental. No hay en la declaración una sola palabra señalando que el golpe fue el desen­lace (como dice Tomic, “inevitable”) de tres años de lucha de la burguesía chilena contra el proletariado y el gobierno, lucha en la que participaron con tácticas distintas todos los partidos y organizaciones de la bur­guesía, contando con el apoyo de la inmensa mayoría de la pequeñoburguesía y sus organizaciones gremiales y profesionales. El PC pretende transformar una lucha entre naciones lo que fue una lucha entre las clases. No dice en ninguna parte que las FFAA actuaron con una unidad monolítica y que ningún sector de la oficialidad y suboficialidad –salvo casos individuales aislados– se opuso al golpe: fue el ejército chileno, ese ejército “constitucionalista y democrático” de los comunistas, fueron los generales ministros de Allende los que dieron el golpe. No hubo necesidad de desembarcar marines ni de poner oficiales extranjeros al mando de las tropas chilenas. Con este tipo de interpretaciones los “comu­nistas” chilenos se preparan para continuar lamiendo las botas de los militares burgueses, tarea que hicieron con entusiasmo durante tres años. Si algo demuestra la experiencia chilena es la impracticabilidad de la política de frente de liberación nacional que propugnaran los PC en Latinoamérica. Después del 4 de noviembre de 1970 los comunistas chilenos buscaron algún sector de la burguesía chilena para ganarlo en la lucha contra el imperialismo, todos sus llamamientos cayeron en el vacío y pese a que la UP sostenía que estaba haciendo una “revolución anti-imperialista” con el concurso de la “burguesía nacional”, todos los partidos burgueses la combatieron, unos para derrocarla, otros para limitar su programa. ¿Qué calificativo merece gente que dobla la cerviz de esta manera ante sus verdugos?

Más adelante dice: “En el mismo día del golpe se de­sarrolló frente a las costas de Chile la Operación Unitas, con la presencia de barcos y aviones norteamericanos”. Cierto, pero sólo una parte de la verdad. El diario “El Siglo”, órgano oficial del PC chileno salió legalmente hasta el día 11, la operación Unitas se venía desarrollan­do desde hacía varios días y los comunistas no hicieron ninguna campaña contra ella. Era la tercera vez que eso sucedía durante el gobierno de Allende y en todos esos años solamente grupúsculos insignificantes –el MIR se movilizó solamente el primer año– protestaron por esa desvergonzada colusión de la marina chilena con la norteamericana bajo la aprobación de la UP. Es un poco tarde para denunciar hechos que se encubrieron, de parte de gente que mandó a reprimir por la policía a los pequeños grupos de manifestantes que protestaban contra ellos.

Ahora el PC chileno se lamenta: “¿Qué dice la De­mocracia Cristiana? ¿Dónde está su posición de otrora contra toda salida antidemocrática? ¿Qué ha sucedido con su concepción favorable al pluralismo ideológico y político? Otra vez los “comunistas” pretendiendo dictarle a la burguesía normas de conducta política, en lugar de cumplir con su deber leninista de explicar a las masas que no deben hacerse la menor ilusión sobre el democratismo de la burguesía. Los vemos aquí otra vez difundiendo la ponzoña liberal y alentando esperanzas en los partidos burgueses, justamente en momentos en que estos se hacen cómplices de la matanza de miles de sus militantes. Más adelante la declaración dice: “Fríamente y con tiempo se resolvió hacer lo que se hizo”, ¿Quién lo resolvió y quién le otorgó el tiempo necesario? ¿Lo resolvieron los comandantes Pinochet y Leigh designados por Allende? ¿el comandante Toribio Merino, designado intendente de Valparaíso por Allende? ¿el jefe de la zona de estado de sitio de Santiago, general Herman Brady, designado por Allende interventor en el conflicto del transporte? ¿el canciller Huerta, ministro de Allende? ¿el general Bravo quien masacra hoy a los obreros y campesinos de Valdivia, que fuera jefe de la zona de emergencia en Santiago en octubre de 1972, designado por Allende?

Sí, lo resolvieron todos estos generales a los cuales se incorporó al gobierno en medio de una desenfrenada campaña del PC para convencer a las masas de que se los había ganado para el programa de la UP. Desde el gobierno al que habían llegado gracias a la política del PC, ellos gozaron del tiempo y las facilidades para planear la masacre y comenzaron a ponerla en ejecución antes del asalto a La Moneda con el silencio cómplice del PC.

Pese a todo esto veamos qué proponen los “comunistas” respecto a las FFAA: “Después de lo ocurrido el pueblo tiene derecho a plantearse también como objetivo la creación de fuerzas armadas y policiales de nuevo tipo o, al menos, eliminar de los institutos militares, carabi­neros e investigaciones, a los elementos fascistas, a fin de asegurarle a Chile que nunca más se repetirá lo que acaba de ocurrir.” ¿”Después de lo ocurrido”? ¿Un partido que alardea de ser integrante del movimiento comunista internacional, que se autoproclama hijo de la historia del movimiento obrero mundial, necesitó la aplastante derrota del proletariado chileno para plantearse la “creación de fuerzas armadas de nuevo tipo”? Hubiera bastado ser fieles a las centenarias caracterizaciones del movimiento obrero revolucionario de todo el mundo, las marxistas y las no marxistas, sobre el papel de las FFAA en el estado burgués para ahorrarle a los obreros chilenos tantos sufrimientos. Pero el PC chileno prefirió estigmatizar como “ultra-izquierdistas” a las repetidas advertencias que hicieron voces aisladas sobre el papel que jugarían las FFAA en Chile; hasta hace pocos días era imposible convencer a los militantes de la UP influenciados por la prédica del PC de que el carácter de clase del ejército no había cambiado y los militares no eran “amigos del pueblo”. El día 11 a las 9 de la mañana Allende todavía aconsejó a las masas “esperar la reacción de los soldados de la patria”

Pero que nadie se llame a engaño, ni esta experiencia hará cambiar a los “comunistas” su política frente a los militares; en realidad ellos quieren –”al me­nos”– eliminar de las FFAA a los “elementos fascistas”. ¡Como si hoy pudieran nombrar a un solo oficial o sub­oficial que no tenga sus manos tintas de sangre obrera! Nuevas componendas y nuevas traiciones se preparan. En los párrafos finales la declaración afirma que “daño muy serio causaron las posiciones y las actividades de la ultraizquierda”, sin precisar en qué consistió el daño, veremos enseguida cómo sus camaradas argentinos con todo desparpajo pretenden presentar a la burguesía y a los militares como inocentes doncellas empujadas al campo de la contrarrevolución por los “ultraizquierdistas”. Para continuar “así como las tendencias reformistas que se expresaron en uno u otro momento en la propia acción del Gobierno Popular”. ¡Esto sí que es gritar “al ladrón”!

Luego los comunistas sin “desalojar debilidades ni errores” que, como de costumbre no señalan, pasan a defender la esencia.de su política reformista: entendimiento con la DC, lucha por el aumento de la producción y la disciplina en el trabajo, etc., política que apartó al proletariado de la lucha de clases y lo entregó inerme en manos de sus enemigos.

Los comunistas chilenos estiman, una vez más, “que este no es el momento preciso para discutir los errores cometidos por el gobierno y la Unidad Popular en su conjunto o por cada sector político en particular”. ¿Cuándo entonces será el momento? ¿si después de una derrota de magnitud la clase obrera no discute sobre las causas que la provocaron para continuar la lucha sin repetir errores, cuándo debe hacerlo?

La verdad es que a los “comunistas” no les interesa nunca la discusión ideológica porque su política sólo puede sostenerse en la mentira y en la deformación de la realidad histórica

Siempre hay pretextos para eludir la lucha teórica, en los momentos de lucha se recurre a las necesidades de la unidad, en los de triunfos episódicos al prestigio que dan los éxitos aunque sean efímeros, en los de derrota a la necesidad de la defensa común. Así se consigue arrastrar a gente sin firmeza teórica tras, una política oportunista, como le sucedió al MIR, que en julio de 1972 había iniciado la lucha ideológica contra la política del PC criticando especialmente la gestión de Millas en el Ministerio de Economía y que cuando se produjo la crisis de octubre decidió suspenderla para favorecer la unidad, sin advertir que de ese modo facilitaba las po­líticas oportunistas que favorecían la ofensiva burguesa.

Dijimos que el PC argentino, que no se siente obligado a responder ante las masas por el desastre chileno, lleva al paroxismo los errores de sus camaradas trasandinos. El editorialista de “Nuestra Palabra”, con un tono impropio de un partido que después de usufructuar durante más. de 50 años el nombre del comunismo ha sido incapaz: de conquistar la menor influencia en la clase obrera., comienza advirtiendo que polemizará con “minúsculas tendencias”, como si los “comunistas “ argentinos fueran otra cosa que una minúscula tendencia sin importancia política. Enseguida pasa a tomar el caso chileno como ejemplo de todos los errores que comete la “ultraizquierda” que favorecerían a la contrarrevolución. Veamos: “Los ultraístas elevan a la categoría de únicos, o fundamenta­les, los métodos de terrorismo individual o de grupo, en situaciones tan diferentes como la dictadura de Lanusse, el gobierno de Torres, el de la Unidad Popular o el de Perón, con lo que también se apartan del leninismo y alejan a los aliados reales y potenciales del proletariado, como ha ocurrido en Chile.”

“Apartarse del leninismo” es, sin duda, un cargo gra­vísimo; pero para ser leninistas es necesario comenzar por ser fieles a la verdad histórica. Según esta versión los “aliados reales y potenciales” del proletariado chileno se habrían “alejado” por obra de los terroristas. Sin embargo esos “aliados” opinaban otra cosa, basta leer los innu­merables documentos de los gremios pequeñoburgueses durante sus huelgas contra Allende para ver que lo que ellos atacaban era la política de la UP –pese a que ésta hacía todos los esfuerzos posibles para atraerlos– y no a un terrorismo de la ultraizquierda que sólo existe en la mente de la Junta Militar y de “Nuestra Palabra”. En lugar de señalar que durante tres años de gobierno de la UP, los únicos que hicieron terrorismo fueron los grupos fascistas de la burguesía, entrenados, armados y protegidos por las FFAA, mientras que todos los revolucionarios, sin excepción, desarrollaron la lucha de masas, estos agentes de la Junta Militar disfrazados de “comunistas” acusan a la “ultraizquierda” de un te­rrorismo que no realizó. En el lenguaje de esta gente, “ultraizquierdismo” en Chile es, fundamentalmente, el MIR. El PC argentino se atreve a hacer una afirmación que el chileno no puede hacer ya que no se puede señalar en los últimos tres años una sola acción de terrorismo individual o de grupo protagonizada por el MIR. Los únicos que se atreven a levantar esa calumnia son el PC argentino y la Junta Militar chilena

“Nuestra Palabra” dice: “No comprenden que la actual etapa de la revolución en nuestro país no es socialista, sino que es democrática, agraria y antiimperialista, la cual abrirá el camino al socialismo”. Ahora agregamos nosotros: ¡sí, como en Chile! “Combaten como a ene­migos principales a la burguesía nacional y a la pequeña burguesía, arrojándolas en manos del imperialismo yanqui, de los terratenientes y gorilas, como en Chile”. ¡Pobre burguesía latinoamericana, ‘’arrojada” en manos del imperialismo por obra de los maléficos ultraizquierdistas!

Si algo demuestra la experiencia chilena es que todos los estratos de la burguesía, desde la grande a la pequeña, no vacilaron en aliarse con el imperialismo para combatir al gobierno de Allende, y mientras los comunistas repe­tían en todos sus escritos y discursos que la burguesía “nacional” era su aliada, ésta movilizaba las masas en la calle, especulaba en el mercado negro, armaba bandas terroristas, asesinaba militantes comunistas, saboteaba la producción, paralizaba el país, golpeaba a las puertas de los cuarteles, bloqueaba en el parlamento las leyes del Ejecutivo y preparaba las condiciones .políticas y sociales para el golpe

Para cualquier persona adulta bastaría constatar esta realidad para sacar conclusiones correctas, pero eso no pueden hacerlo quienes tienen su objetividad distorsionada por intereses de clase. La conducta de la burguesía chilena es una demostración entre tantas de que nuestros países están maduros para la revolución socialista, y que ésta es la única revolución posible; el otro camino, “el chileno”, todo el mundo puede ver adonde lleva. Sólo agentes de una de las dos potencias que se reparten el mundo irrespetan mutuamente sus zonas de influencia pueden combatir a la revolución socialista en nombre de una etapa previa irrealizable. Los “comunistas” hablan claro, sería muy bueno que los revolucionarios los entiendan de una vez por todas y dejen de creer ingenuamente que son “aliados” de la revolución socialista para tomarlos por lo que son: sus enemigos declarados que trabajan en todas partes para que fracasos como el chileno se repitan. Nuestro articulista continúa: “La misma actitud perniciosa asu­men frente a las Fuerzas Armadas y a la masa católica (...) contribuyendo de ese modo a emblocarlos con la derecha golpista y pro imperialista, exactamente como ha ocurrido en Chile”. Nuevamente se reemplaza el análisis de clase por la psicología vulgar: los militares se “emblocan” con el imperialismo porque son atacados por la ultraizquierda. No se puede prestar un servicio mayor que éste a los gorilas militares y eclesiásticos.

En la parte final de su artículo, “Nuestra Palabra” incursiona en la sociología: “La exacerbación de la ul­traizquierda en los últimos tiempos se debe a dos razo­nes fundamentales: en primer lugar, a la incorporación masiva de las capas medias a la lucha antiimperialista”. Y esto lo dice el editorialista de un partidito que no dirige ningún sindicato importante, que no influencia ninguna concentración obrera de magnitud, cuya base de apoyo fundamental son las cooperativas de crédito pequeñoburguesas y en el que el 80 % de sus militantes provienen de ese sector social

Es cierto que algunos sectores de la pequeñoburguesía se han incorporado a la “lucha antiimperialista” a través del guerrillerismo, pero cuantitativamente son muchos más los que lo han hecho a través del PC donde encuentran un programa reformista y nacionalista y una modalidad de actividad política que se adapta muy bien a sus aspiraciones de clase. La segunda razón de la “exacerbación de la ultraiz­quierda” sería el “impulso que le imprime el imperialismo, considerándola, a pesar de su verborragia incendiaria, un aliado objetivo en su tarea de combatir la revolución”.

Con esta calumnia nuestro comediante termina su profundo análisis y queda tranquilo con su irreprocha­ble conciencia “proletaria y revolucionaria”. Nosotros terminamos formulándole una pregunta: ¿no son los más eficientes contrarrevolucionarios aquellos que en una sociedad madura hasta la putrefacción para el so­cialismo, prefirieron aliarse a Pinochet & Cía., contra la revolución socialista en nombre de una inexistente “revolución democrática, agraria y antiimperialista”?

Octubre 1973 


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