14.AGO.16 | postaporteñ@ 1650

DISCUTIENDO SOBRE IMPUNIDAD Y NUESTRA DERROTA

Por RICARDO

 

CONTRIBUCIÓN 3

“…Cuando hablás de la “claudicación y colaboración de los oficialatas tupas” faltan ejemplos, fijate que en la parte que se desmitifica lo de los rehenes sí se ponen ejemplos y se argumenta más esa teoría, aportando datos y análisis muy interesantes. Por ejemplo, en esa primera parte faltaría poner, citar... el extracto del informe que dicen que Huidobro hizo de los militantes tupas que aun quedaban en libertad y que fue público hace como seis años. O incluso las declaraciones que Yessie Macchi y  Fernando Garín hicieron sobre la claudicación y que ya fueron publicados en el libro Ecos revolucionarios  (PP 116-117 [1]) y que te envío abajo:

La visión de Yessie sobre la tregua no tiene desperdicio. Ante la pregunta ¿participaron las presas del MLN en la tregua?, ella responde:

«Algunas compañeras a nivel aislado sí. Pero es importante decir que esa tregua no fue discutida entre todos los presos o presas en los cuarteles, porque no había posibilidad. Estábamos aislados y bajo tortura, fue la iniciativa de un grupo de compañeros en un batallón determinado. Solamente en el Batallón Florida. Dentro de ese grupo había algunas mujeres. Yo, personalmente, no lo hubiera compartido, por ejemplo. Porque una de las primeras condiciones fue la entrega de todas las armas, locales y Raúl, para mí esas dos condiciones eran inaceptables. Aun en la derrota total ninguna guerrilla puede entregar sus armas y a su fundador, su dirigente máximo. Y fue en definitiva el porqué las negociaciones no dieron resultados.

Estaba en el Hospital Militar, aislada con un tiro en la cadera, no podía discutir con nadie, solamente con los milicos, no tuve posibilidades de discutir con ningún compañero durante muchos años, pero sí me llegaba a través de un milico, a través del coronel Trabal, venía a verme casi todos los días y me hablaba de las negociaciones. Y lo que él planteaba, para mí, era inaceptable. Pero no conocía las valoraciones que estaban haciendo mis compañeros. En algún momento me preguntaron si quería ser trasladada al Batallón Florida y no quise.»

En la misma línea se sitúa Fernando Garín: «Después de todos los análisis los tupas fueron a negociar, de rodillas, derrotados... ir a negociar, a mi modo de ver es la negación de todo lo que se propuso antes. Estaban derrotados pero no completamente, Sendic afuera. Estaban en la retirada estratégica que ya es mucho decir».

 También es necesario admitir que tampoco nosotros éramos conscientes o teníamos información al respecto (por el pacto de silencio entre tupas oficialatas y milicos) de la actuación de los Huidobro y compañía. No conocíamos ni el tamaño, ni la importancia ni la dimensión (si no lo hubiéramos denunciado), nunca imaginamos que el Ñato se podía convertir en el jefe de los milicos.

Por ejemplo, siempre se dijo que los comunicados 4 y 7 los escribió directamente o influenció en su redacción Huidobro, pero no teníamos datos y a algunos hasta nos parecía exagerado.Comoexageradasme parecieron las palabras de Pepe en la Teja cuando EN 1994 le pregunté por Amodio y él me contestó "Huidobro hizo lo mismo que Amodio pero de una forma más eficaz", tan exagerado, y hasta desleal, me pareció su testimonio que opté por ningunear esa declaración, fallando como historiador, dejándome influenciar por la historia oficial de la izquierda, tupamara”.

Rodrigo

Aprecio tu contribución porque ilustra y documenta prácticamente lo explicado como lo han pedido varios compañeros que también señalaron que eso estaba faltando en el análisis. Tu aporte hace imprescindible situar históricamente esas charlas y hacer algunas aclaraciones en cuanto a quienes las hicieron. Luego quisiera explicar lo difícil que fue para la gente de a pie, entender la gravedad de la traición histórica de Huidobro y compañía. Por último es imprescindible resituar la “traición” subjetiva de esos personajes en las relaciones de fuerza global entre las clases para no quedarse en la explicación subjetiva de las traiciones.

Rodrigo aclara que recién conoció a Pepe de la Teja en 1991 y que debe haber sido en 1994 que por primera vez escuchó equiparar a Huidobro con los otros grandes traidores.

En cuanto los testimonios de viejos compañeros, hay que agregar que algunos compañeros consecuentes cuestionan a Yessi y la validez de sus dichos en cuanto a que estuviera tan externa a ese proceso de capitulación. Pero como aquí, no nos interesa en absoluto entrar en la interna de esas polémicas, ni tampoco en juzgar compañeros individuales, me pareció importante incluir esa declaración porque sin dudas fue un testigo de la complejidad de ese proceso y subraya la incomunicación y compartimentación que es lo que facilitó todo tipo de manipulación y la conspiración del silencio que se estableció desde entonces entre los torturadores y los Jefes Tupamaros.

Con relación a Fernando Garín quisiera agregar, que fue de los primeros en decir más de 15 años antes de su muerte que Huidobro, Mujica y el resto eran “una manga de traidores”. Lo importante es que hizo esa afirmación antes de conocer el informe traidor que había hecho Huidobro sobre él (entre otros) a fines de los años 70. Es decir que llegó a esa conclusión sin estar influenciado por el odio que le dio la batida concreta y basureo que Huidobro le destinó. Ver al respecto el documento que fuera publicado entonces en los que Huidobro denuncia y juzga a cada uno de los Tupamaros que no habían caído.

Sin dudas lo más trágico de todo fue esa conspiración del silencio que permitió esconder lo tenebrosa de la conspiración Milicos/Tupas. Todos conocíamos pedazos, todos sabíamos parte de esa gran traición histórica. Pero incluso a quienes vimos a los oficialistas defender los comunicados 4 y 7, al Goyo Álvarez, la tortura frente a los ilícitos, los comandos conjuntos con los milicos, el acuerdo para amnistiar a todos los presos, el proyecto nuevo de país basado en la reforma agraria…y mucho más…, nos costó mucho comprender que Huidobro y compañía, eran iguales o peores traidores que Amodio.

Te digo más, incluso los compañeros más conscientes que siempre nos reímos del “mito Amodio” para explicar todas las caídas (nos parecía el típico pretexto para no explicar nada) y que hasta en los cuarteles sabíamos y denunciábamos (como podíamos “boca a oreja” ¡y nada más!) que las delaciones venían desde arriba (en el momento que lo escribo recuerdo varios hechos concretos), desde los jefes, desde la dirección…[2], no llegamos a entender, hasta mucho más tarde, que en realidad todo el aparato oficial Tupa era parte de los milicos.

Debiéramos autocriticarnos al respecto, porque sin dudas lo que nos impedía ver la verdad era la influencia de la ideología dominante que los veía como parte de los reprimidos que, como es conocido, los ponía como los más reprimidos de todos. En concreto hacíamos una especie de diferencia entre tipos de traiciones, como si la traición de denunciar a un compañero al que llevaban a la tortura fuese más cruel y más directa, que la traición programática de haber complotado con los milicos para “construir un nuevo país progresista antioligárquico y antiimperialista”. Ahora me queda más clara porque todavía hay compañeros que creen en esa diferencia, como si la traición programática no cagase al mismo tiempo concretamente a los compañeros que seguían la pelea o como si las traiciones a compañeros precisos que conocíamos concretamente fueran cosas pequeñas y parciales.

En todo caso admito claramente que nos desayunamos demasiado tarde, que la mayoría de compañeros que andaban por ahí siguieron distinguiendo equivocadamente entre los tipos de traiciones, sin darse cuenta hasta qué punto la defensa de los torturadores buenos y el golpe bueno incluía a todas las otras traiciones.

El problema sigue siendo que la gente directamente implicada sufre más por la traición subjetiva e individual que por la traición programática, global y organizativa.

Por eso mismo quisiera dejar claro que no es la traición individual lo que explica las cosas, la traición aunque sea el más violento choque subjetivo es parte de fuerzas en lucha y cuando de lo que se trata es de explicar las cosas lo de “traición” debe ser relativizado e inscripto en las fuerzas que produjeron esos resultados. Como dice la compañera Susana en la contribución anterior: “En los hechos, el accionar tupamaro, frentista y PC todos juntos destruyeron la critica proletaria consecuente. Yo siempre dejaría claro eso, traiciones aparte”

No es que no haya sido importante subjetivamente que quienes eran nuestros compañeros pasasen para el otro lado de la barricada [3], sino que esos elementos subjetivos que tan dolorosamente vivimos, deben ser comprendidos dentro de la destrucción histórica objetiva que la burguesía hizo del proletariado como clase autónoma, utilizando todo tipo de procedimientos complementarios al terror de Estado, como fueron el frentismo, el aparatismo, el populismo, el militarismo, la manipulación. Nos guste o no y más allá del justificado odio concreto hacia los grandes traidores, la historia de la lucha de clases solo retendrá que el Estado supo poner a las organizaciones formales que el proletariado había creado para pelear, en fuerzas objetivas de la reproducción del capital nacional e internacional.

Sin dudas la traición es parte decisiva de la derrota concreta de una generación, pero no es el elemento fundamental que permite explicar la historia, al contrario es un elemento determinado por la debilidad programática del proletariado como clase y que se concretó en la debilidad ideológica de quienes fueron considerados como dirigentes en la lucha.

Ricardo


[1] Rodrigo Vescovi: Ecos revolucionarios: luchadores sociales, Uruguay, 1969-1973 publicado en 2003.

[2] Todos conocimos ejemplos concretos en donde las acusaciones precisas de las operaciones más espectaculares, que los milicos conocían y contaban con lujo de detalle desde las grandes caídas habían sido batidas por los jefes Tupas y los comandos de las columnas.

[3]  A decir verdad siempre hubimos quienes NO considerábamos compañeros a los “oficialatas”. En efecto Huidobro, Rosencof y otros de la dirección perseguían y reprimían lo mejor del movimiento revolucionario definiéndolos como microfraccionalistas.  Eran considerados como microfraccionalistas quienes cuestionaban el foquismo, el frente populismo, la liberación nacional contraponiéndole el clasismo, la tendencia revolucionaria (el FER), la necesidad de la autonomía del proletariado organizado en partido, etc. El texto programático de los oficialatas fue “Foco o partido, falso dilema”


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