Deberíamos sincerarnos y reconocer que todo el episodio de la vacunación fue extremadamente oscuro. Lo primero a considerar, es que las vacunas vinieron por vía secreta. No sabemos a cuánto se pagaron, cuántas se compraron y a qué cosas nos comprometieron. Por ejemplo, no sabemos si, como se ha denunciado en otras partes del mundo, toda la información sanitaria posterior al acto de vacunación no pasa a ser propiedad de las farmacéuticas.
Su aplicación violó todas nuestras normativas, ya que todo medicamento que ingresa al País debe ser analizado por el Ministerio de Salud Pública. Estas vacunas, no fueron analizadas. El Ministerio se excusó diciendo que las farmacéuticas decían que su mercancía era buena. Esto sería como hacerle caso al narcotraficante que le canta loas a su mercancía.
Sus efectos a la hora de inmunizar fueron inexistentes, y el discurso laudatorio sobre las vacunas, ridículo. Primero se decía que iban a inmunizar. Luego se dijo que no iban a inmunizar, pero que iban a reducir las infecciones. Luego se dijo que no iban a reducir las infecciones, sino que las harían más leves. Luego se dijo que no harían las infecciones más leves, sino que evitarían que muriera gente. Luego se dijo que no evitaría que muriera gente, sino que haría que se muriera menos gente.
En los meses álgidos de la vacunación, aumentaron las muertes. Pasamos de tres mil muertos al mes, a cuatro mil quinientos. La vacuna se llevó a mil quinientas personas por mes cuando la vacunación estuvo a todo trapo. Luego vienen los problemas generados a algunas personas tras la vacunación, incluyendo abortos a rolete, y el incremento a nivel mundial de la muertes por cáncer y problemas cardíacos.
Pregúntese en privado a los médicos de urgencia, y dirán que desde que empezó la vacunación, mucha gente acude a las urgencias con problemas cardíacos. Por supuesto, no lo pueden decir en público, pues uno debe cuidar su trabajo.
El proceso de vacunación profundizó el mal que le hace el secreto a nuestra democracia, erosionó nuestro sistema legal y provocó problemas de salud, pero el daño no terminó ahí, ya que nos acostumbró al absurdo, a que el mundo debe funcionar de una manera que no entendemos y que no importa que no lo entendamos, pues allí están los científicos para gobernarnos.
Se sabía que los niños no se agarraban el virus ¿Para qué vacunarlos?
-Para que no contagien a los viejos
-¿Pero no vacunaste a los viejos?
-Si, pero la vacuna no inmuniza al 100%
-¿Entonces por qué querés vacunar a los niños con algo que no inmuniza al 100% cuando además los niños no se agarran el bicho?
Ya se sabe que ese diálogo terminaba con una agresión del partidario de la vacunación a ciegas y que en aras de los viejos, se sacrificaba a los niños al estilo Herodes.
El daño, tampoco termina en este absurdo, y acá debemos entrar de lleno al tema que nos ocupa, que no es otro que el disciplinamiento: se nos sometió a toda esta porquería, para disciplinarnos, para domarnos, para que no seamos las personas que debemos ser, sino la personas que el Poder quiere que seamos.
Esa es la clave de todo esto. Sancionaron a Alejandro Recarey para disciplinarnos a nosotros, los que hemos sido rebeldes a un tratamiento médico sádico, y los que se dejaron doblegar por el sadismo. Nos quieren disciplinar a todos con este mensaje: ¿defendés la verdad, ley y la justicia? ¡Tomá! Te tratamos de juez artero y te quitamos el sueldo por tres meses.
Esto es muy grave y prueba que el sistema de justicia que en ningún momento nos defendió cuando se violaron abiertamente nuestro derechos, que no nos defendió cuando la crisis del agua, y que no nos defiende nunca, se encuentra, Fossati dixit, en el puño del Poder Ejecutivo.
Tengo una mala noticia para darte: la división de poderes, es cosa del pasado, lo que quiere decir que nuestra democracia, vive bajo una dictadura, ya que la definición de dictadura es reunir todo el poder en una mano.
Pero la noticia es aún peor. Esta dictadura del Poder Ejecutivo, es momentánea. El plan va más allá: pretenden destruir los Estados para establecer un gobierno científico global. Destruida la división de poderes, será pan comido sustituir al Poder Ejecutivo por un simple pinche del poder global.
¿Pero qué podemos hacer ante este panorama siniestro? Podés hacer muchas cosas. La primera, es firmar por los cuatro plebiscitos que ensalzan la democracia directa, defienden nuestros recursos naturales, y al mismo tiempo, atacan al poder de la oligarquía financiera global, que es la que está llevando a cabo todo este plan macabro.
Pero hay algo todavía más importante que podés hacer: pensar por vos mismo, no dejarte doblegar. No te deben doblegar. No te van a doblegar. El miedo es contagioso tanto como el coraje. Ahí lo tenés a Alejandro Recarey. Un hombre debe hacer lo que debe hacer, y no hay cosa más emocionante en la vida que ver a alguien enfrentar a los poderes constituidos para defender al hombre.
Hace quinientos años, nuestra sociedad entró a la Era Moderna, a un proceso de disciplinamiento. Los grandes artistas, como Cervantes, Durero y Shakespeare, lo enfrentaron. En una obra de Shakespeare, un padre le dice a su hijo:
"De otros, aprende a triunfar en la vida. De mí, aprende el coraje"
En la despedida, te recuerdo que hay emblemas de la belleza, los ojos de la mujer amada, el atardecer, el amanecer. Ahora tenemos un nuevo emblema de la belleza, y son estas dos palabras: Alejandro Recarey.
Marcelo Marchese
UyPress - 06.10.2023